miércoles, 1 de diciembre de 2010

"Desmontando" mitos


Desde que empecé a relacionarme con el mundo del caballo, una de las frases que más veces he oído es: "si el caballo no quiere pasar por un sitio, no se te ocurra desmontar hasta que pase, porque entonces él te habrá ganado la partida".

Durante muchos años he seguido ese consejo, aunque no siempre he conseguido el resultado que quería. Unas veces, después de varios intentos y maniobras, conseguía pasar montada; pero otras, he tenido que darme la vuelta porque a pesar de utilizar "con perseverancia" la ayuda de fusta, espuelas o de ambas, lo único que conseguía era que el caballo que montaba se pusiera más nervioso y a la defensiva; es decir no conseguía que "entrara en razón" y se comportase como yo deseaba. Lo que sí conseguía siempre, pasase o no, era sentirme mal. Vivía esas situaciones como una lucha. Era palpable la tensión del enfrentamiento. Había un ganador y un perdedor. Sentía que se rompía la relación de compañeros que deseo tener con los caballos. Y eso no me gustaba.

Ese tipo de situaciones me hizo sentir la necesidad de encontrar otra forma de comunicarme con los caballos, basada en la comprensión y el entendimiento y no en el enfrentamiento y la lucha.

Comencé a buscar y descubrí que una tal Lucy Rees hablaba de Doma Natural, concebida ésta como “el conocimiento de la naturaleza del caballo que nos permite comunicarnos con él y tratarle sin malentendidos. Desde el principio de nuestra relación buscamos una armonía con el caballo, que coopera con nosotros confiado, con ganas y con movimientos libres de tensión”. ¿Suena bien, verdad?

Compré su libro ‘La mente del caballo’ y comenzó a cambiar la mía y la forma de entender a los caballos. Sin embargo la verdadera revolución (para mí) comenzó cuando asistí a un curso impartido por ella y la vi trabajar. Fue el principio de una serie de cursos y convivencias.

Una de las primeras cosas que Lucy me enseñó es que si un caballo no quiere pasar por un sitio no es “porque quiera llevarme la contra”, sino porque hay algo que le inquieta, le hace sentir inseguro o simplemente le da miedo, en cuyo caso lo mejor que puedo hacer es mostrarle que no tiene nada que temer, aunque para demostrárselo sea necesario desmontar y caminar delante de él.

Tiempo después salí con una amiga a dar un paseo. Era la primera vez que íbamos por la huerta de Moratalla con Viento e Iza, nuestros nuevos potros, sin la compañía de otro caballo. El paseo fue de lo más entretenido. Cuando no era Viento el que se asustaba de una moto, era Iza la que se bloqueaba al ver la verja de un cortijo. La reacción de Viento era darse la vuelta y la de Iza quedarse clavada, echando raíces en el suelo. Si era Viento el que no iba, poníamos a Iza delante y viceversa. Así fuimos un buen rato superando obstáculos hasta que llegamos a un lugar en el que ni Viento ni Iza querían avanzar; y si les insistíamos, más nerviosos se ponían. Miré las orejas de Iza y Viento y vi que apuntaban hacia el tejado de una casa en la que había una especie de jaula enorme. ¡Eso era!

Le dije a mi amiga que iba a desmontar y a caminar. A ella en principio no le pareció muy buena idea, claro también tenía grabada esa teoría: "si el caballo no quiere pasar por un sitio, no se te ocurra desmontar hasta que pase, porque entonces él te habrá ganado la partida". Le expliqué lo que decía Lucy y que estuviera tranquila. Así que desmonté y comencé a caminar con total naturalidad con las riendas en la mano, sin tirar; Iza vino detrás sin hacer nada extraño, seguida de Viento y su jinete. Pasaron delante de “la jaula voladora” totalmente tranquilos. Ya que estaba, aproveché la ocasión para caminar un ratico y estirar las piernas. Después volví a montar a Iza sin ningún problema. Estaba realmente contenta. El resto del paseo fue aún mucho más agradable.

Días después volví con Iza sola al lugar de la jaula voladora y pasó tan pancha.