jueves, 24 de septiembre de 2015

Todo está conectado. El atlas de las nubes

A veces hago extrañas conexiones. Desde niña. Me salen de manera espontánea. De repente me sorprendo enlazando personas, situaciones, recuerdos, sueños… Uno me lleva a otro, y a otro y a otro… y así voy conectando una cosa con otra, creando una espiral casi infinita. Conecto situaciones pasadas con otras presentes. Recuerdos con sueños. Y personas con otras personas. Unos viven y otras ya no. Personas que entre sí no se conocen, pero que alumbran algo en mi interior que las conecta: una emoción. Ese es el detonante. Siempre. Me dejo llevar y empieza a fluir.

Algo parecido es lo que me ha pasado con la composición musical Between Worlds del barcelonés Roger Subirana. La escuché por primera vez hace unas semanas y desde entonces no hay día que no la oiga. Toda la música cuenta historias. Y hay música que además te viaja dentro. Es lo que me pasa con este tema. Entra despacio. Tímido. Pidiendo permiso, casi perdón, por llegar. Se te va colando, rompiendo la barrera de la piel, como un aceite balsámico. Notas cómo se filtra, cómo tu cuerpo va absorbiendo las notas, degustándolas. Y ya tienes la música dentro. La sientes tocar cada fibra de tu ser. Y besar lo intangible que habita en tu interior. Acaricia tu alma. Mientras eso ocurre tu cuerpo se vuelve ligero y percibes una corriente en forma de espiral que te levanta del suelo… Tu figura se difumina. Y dejas de estar Aquí. Estás en otro tiempo. En otro mundo. Eres polvo de estrellas.

Llevaba dos o tres días escuchando Between Worlds cuando por ‘casualidad’ vi en la tele una promo de una película: El atlas de las nubes. No había oído nunca hablar de ella pero como últimamente tengo especial debilidad con todo lo que tenga que ver con las nubes y ese título me sedujo, quise verla. No esperé a que la emitieran (creo que aún no la han puesto) y la conseguí en digital. La película –basada en una novela del mismo título de David Mitchell- aborda temas espirituales y/o filosóficos como la conexión de las almas, el karma, el amor incondicional.  Plantea que nos encontramos una y otra vez en distintas vidas en distintas épocas… Que con cada crimen, con cada gesto amable forjamos nuestro futuro. Que Todo Está Conectado.

La historia de El atlas de las nubes es épica. Y el tema principal de la película ‘El sexteto del Atlas de las nubes’ me movió como Between Worlds. Al parecer no soy a la única. Mira lo que he encontrado. 





Nota: Te invito a que veas El trailer de El Atlas de las nubes




Y este resumen un poco más amplio



lunes, 21 de septiembre de 2015

Descubriendo Moratalla: De la aldea de Charán a la cueva de las Hermanas Navarro

Adentrarse en el territorio natural de Moratalla es viajar en el tiempo. Sobre todo si lo haces de la mano de Cristina Sobrado y Jesús Rodríguez, dos apasionados del patrimonio natural, geológico e histórico y aventureros incombustibles. Hace cinco años decidieron poner en marcha en colaboración con la Oficina de Turismo de Moratalla el programa de rutas ‘Descubriendo Moratalla’ para acercar a los aficionados al senderismo y la naturaleza parajes, tierras y cuevas conocidos, si acaso, por algunos lugareños. Ayer iniciaron la décima temporada. Y lo hicieron por todo lo alto.
Nos llevaron hasta la aldea de Charán, situada en la parte alta de Benizar. Al pie del collado de La Molata se conserva este pequeño conjunto de casas que algunos enamorados de la zona están rehabilitando con verdadero mimo. Desde el enorme nogal que adorna la aldea comenzamos a caminar
hacia el Barranco del Agua en busca de apriscos –corrales de piedra- de ganado y de los restos de antiguos asentamientos donde el hombre vivía aprovechando el abrigo de las pequeñas cuevas que salpican ese terreno. Después de refrescarnos en nacimiento natural de agua, conocido como la Fuente de las Yeguas –ahí estaba yo en mi elemento- nos llevaron por un impresionante páramo de piedra sobre el que crece un bosque de Sabinas Negras hasta la Cueva de las Hermanas Navarro, “una diaclasa de desarrollo horizontal con abundantes espeleotemas” –todas estas palabrejas son de Cristina y Jesús (si las tuviera que pronunciar yo me haría un esguince de lengua, fijo).
La visita a la cueva fue la guinda a la ruta. Adentrarse en ella era como volver a la Madre Tierra. Un seno fresco y húmedo, pero con tierra caliente. Plagado de curiosas y sorprendentes formaciones creadas por la sedimentación de agua y minerales. La galería principal parece que tiene un pequeño altar, presidido por una columna –creada al entrelazarse las estalacmitas y estalactitas-. A mí me llamaron especialmente la atención unas formaciones blancas que se crean por lo que llaman “leche de luna”. Una maravilla.
Disfrutas por lo que ves, por lo que hueles, por lo que pisas, por lo que haces. Pero sobre todo porque te sientes segura. Porque sabes que vas con personas que conocen el terreno a la perfección que saben hasta donde puedes entrar y encima te acompañan hasta el final.
Al recorrer las entrañas de esta cueva vuelves a ser niño. Al menos yo me sentí así. Disfruté como un bebe cuando aprende a gatear y explorar el mundo. Me faltó decir “bubu”.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Personas inesperadas



Me gustan las personas inesperadas.
Las que no necesitan avisar para aparecer.
Las que no precisan una fecha para regalar,
Las que no piden permiso para abrazar.

Las que besan sin pensarlo.

Las que arrollan los miedos a base de ganas.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Hechizo

No puede dormir desde aquel día. Se pasa el día pensándola y cuando llega la noche y cierra los ojos sin tener ya nada en lo que ocupar la mente, ella lo invade todo. Su recuerdo se extiende como una silenciosa mancha de aceite  y se apodera de su mente. De todo su ser. La siente dentro como se siente la fiebre. Algo intangible y físico a la vez. Como una extraña corriente que le hormiguea en la sangre y le revoluciona las pulsaciones del corazón. Ya se ha acostumbrado a esa singular arritmia.

Sucede todas las noches. Siempre igual. Da igual que llegue a la cama sin apenas fuerzas. Es la única forma que tiene de coger el sueño. Al poco de cerrar los ojos, siente cómo la energía de ella se le cuela por el ombligo y se va directa al corazón y, de ahí, a cada átomo de su ser. Es tan real que todas las noches se despierta tres veces, se levanta, va al baño y se echa agua en la cara para asegurarse de que todo es un sueño. Que no hay nadie más en el dormitorio.

Cada mañana cuando suena la alarma del móvil se hace la misma pregunta: ¿se puede romper el hechizo de un hada?