martes, 21 de junio de 2011

Chamán

Chamán es el caballo más noble y bueno que he conocido en mi vida. Le echo de menos. Y no soy la única. Somos muchos, pero desde luego nadie como Jose, su propietario, amigo y salvador. Su compañero. No es el mismo desde que Chamán nos dejó. Un cólico se lo llevó de nuestro lado.

La historia de Chamán es casi como un cuento. Un día un señor le dijo a Jose si quería un potro. Jose hacía muchos años que no montaba a caballo, pero como le encantan los animales y su compañera –Chon- es una apasionada de los caballos, decidió dar rienda suelta a su curiosidad e ir a conocer a ese potro. Lo que vio lo dejó tan impresionado que llamó a Chon para contárselo. Poco después estaban los dos pagando el dinero que el dueño pedía por el potro para llevárselo. A Jose y Chon les llamó tanto la atención lo que vieron que no esperaron ni a tener una cuadra para el animal. Tampoco pidieron consejo a otros amigos del mundo ecuestre, como siempre hacían, para que conocieran al potro y les asesoraran sobre la decisión. Lo que vieron les impresionó tanto… que no necesitaban “una segunda opinión”. Lo que vieron les horrorizó.

Era el potro más flaco y sucio que habían visto en su vida. El propietario lo tenía atado con una cadena en un terreno lleno de hierros, suciedad y restos de huesos que comían los perros de pelea con los que compartía parcela.

Tengo grabada la primera vez que lo vi. Era un potro de apenas dos años, pequeño y flaco. Tenía tanta porquería en el cuerpo que hasta le tapaba los huesos de las costillas. Jose y Chon lo trajeron al Picadero Pascualón para que lo conociéramos y para lavarlo antes de llevarlo a su nuevo hogar –la parcela que el amigo Segundo les cedió, ya que en el picadero no hay espacio libre-.

Nada más verlo, entendí perfectamente la acción de mis amigos. Había que salvar a ese animal. Primero porque ningún caballo, ningún animal, debería vivir en ese estado; y segundo porque ese potro “tenía algo”. Lo noté. Era especial –la verdad es que ahora pienso que todos los caballos tienen algo especial-.

Esa misma tarde tuvimos ocasión de comprobarlo. Fue durante la ducha. Jose y Chon le habían enjabonado y lavado todo el cuerpo. Estaba todo reluciente, menos los cascos que a pesar de tirarle agua a presión seguían cubiertos por una gruesa capa de porquería. Me daba “cosa” dejarlo con eso, así que cogí el limpiacascos y me acerqué a él. Recuerdo las advertencias de Jose y Chon: “¿pero dónde vas?”, “¡es un potro sin domar!”, “¡te puede pisar, dar una coz!”… Lo volví a mirar y volví a sentirlo: Este animal era incapaz de hacer daño. Había sido maltratado, vapuleado denigrado y degradado por el ser humano. Y sin embargo su mirada era limpia, tranquila. Noble. No había ni rastro de pánico ni de odio. Irradiaba templanza.

Me agaché y comencé a rasparle los cascos. Se movió, claro, pero no en una actitud de miedo o a la defensiva; era más bien como un movimiento reflejo ante algo extraño, nuevo. Le hablamos, le acariciamos y se dejó hacer. No pegó ni un bote, ni un empujón, ni un manotazo. Tan sólo daba algún pasico para adelante o para un lado, pero ya está. Al poco comprobamos que sus cascos eran blancos.


Ese fue el comienzo de su nueva vida. Ahora era Chamán. En los cinco años que estuvo con nosotros nos hizo disfrutar, reír y sentir nuevas emociones… Tenía un don para descubrir nuevas rutas y si nos perdíamos, tan sólo había que dejarle las riendas sueltas y él siempre encontraba el camino de vuelta a casa (aunque no siempre por el camino más sencillo). Nunca le vi perder la calma. ¡Era un tipo genial! Puro corazón. Ya os contaré…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué lástima no haber llegado a conocer a Chamán!, pero me alegro porque tuvo a su lado verdaderos amigos, cosa que es muy difícil de encontrar. El se lo merecía. Gracias por cuidarlo así. Ana.

María López Mayol dijo...

Gracias Ana por tus palabras. La verdad es que Chamán fue un caballo muy afortunado la mayor parte de su vida. Todo el que lo conocía se enamoraba de él.

Anónimo dijo...

Es verdad que Chaman era un tipo genial, tan genial que una vez me tomó el pelo.Nos fuimos de excursión, ¿te acuerdas María?, tu en Chaman, (Jose ese día estaba preparando la celebración de sus maravillosos 5o añicos), y yo en mi caballo blanco Gavilan (que a veces también se las trae, es que dicen que es muy listo... y me toma el pelo, esa es la sensacíón que tengo) y después de una galopada larga, al parar te descolocaste y fuistes a aterrizar a un buen campo labrado, por cierto,que Chaman se dió cuenta y decidió seguir la fiesta, y yo detrás de él, lo llamaba Chaman, Chaman; él miraba atrás y creo que hasta se sonreía, y en que me ví de cogerlo.Eso si paró a unos cuantos bancales más allá, y cuando él quiso.Si, era listo también, pero uno de los caballos que cuando te miran te roban el corazón.Sentimos muchas saudades, Chaman.Estaras siempre con nosotros.Cari
p.d: por cierto, tenía uno de los mejores cuartos traseros del picadero, como subía las cuestas, Dios, era una pasada.