Nos vimos pocas veces, pero siempre reía. Hablaba mucho y escuchaba más. En su compañía el tiempo se volatilizaba.
Era tajante, pero tenía el mejor corazón que te puedas encontrar en la vida. Me hizo reír muchos días y sin esperarlo una mañana se marchó. Y aunque hay momentos en los que su ausencia se hace casi insoportable es de esas personas a las que sólo le puedes desear que le vaya bonito. Cada noche cuando cierro los ojos pido que esté bien y sonría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario