viernes, 14 de agosto de 2015

El dragón enamorado

Cada noche cuando siente que ya no le quedan fuerzas  se suelta y sale a ver las estrellas. Imagina que vuela a su lado y le cuenta historias de princesas y dragones, de gaviotas que quieren volar, de pastores que buscan tesoros, de príncipes que hablan de amor con rosas… Imagina que habla con ella, que la hace reír. Que la coge de la mano y la hace volar.  Cada noche siente un deseo irrefrenable de salir volando a buscarla. De pedirle que vuelva a iluminar su vida. Pero no lo hace porque tiene las alas rotas.

Cada madrugada cuando nota que recupera fuerzas y siente que sus alas empiezan a soldar, regresa a la jaula. Cierra la puerta y, dócil, se coloca dos pesadas cadenas en las alas.  Cada día quiere ir a buscarla, pero las cadenas lo impiden. Se pasa todo el día tirando de ellas mientras ruge de impotencia. Y así es cada día desde que ella le pidió que se alejara, porque tenía miedo de que le hiciera daño. Él obedeció. No se acerca a ella para no herirla. No quiere que tenga miedo. Él quiere que ella sea feliz. Que disfrute la vida. Que sea libre.

Él es un dragón enamorado de una princesa.

No hay comentarios: