lunes, 3 de agosto de 2015

Quédate cerca

Hay personas que una vez entran en tu vida ya no quieres que salgan de ella. Es lo que me pasa contigo. Nos conocimos trabajando. La sintonía profesional dio paso a la complicidad personal. Y casi sin darnos cuenta nos enamoramos. Pasó sin buscarlo. Como sucede con todo lo importante. Lo que sentíamos  era tan grande y tan fuerte que no pudimos darle la espalda, a pesar de que lo teníamos todo en contra. Todo. No había nada a nuestro favor, bueno sí, una cosa: nuestro amor. Y casi sin querer, y casi sin poder evitarlo empezamos a quedar. Un café. Algún cine. Varias cenas. Y decenas de paseos con los perros. Yo ponía los perros, tú las risas. Decidimos fluir y dejarnos llevar sin poner resistencia. Y así nació una preciosa historia de amor: la nuestra.  Un amor que a mí se me ha escurrido de las manos. Sin darme cuenta (sin el casi, esta vez). Y por no darme cuenta, no a tiempo, no he podido mantener la llama encendida. Se ha apagado el fuego, pero el amor sigue intacto. O mayor aún. Dicen los que saben que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y eso es lo que me pasa a mí, te sigo queriendo igual, pero de otro modo. Es tanto lo que te quiero que no concibo una vida en la que tú estés lejos. O no estés. Te quiero cerquita. No es fácil encontrar personas auténticas. Leales. Cómplices. Dispuestas a lo que haga falta. Todo eso y más eres tú. Comprenderás que no dude en poner patas arriba mis propios cimientos para convencerte de que merece la pena que sigas junto a mí. Que como amiga soy mejor que como pareja. Como amiga no fallo. Quédate cerca, corazón.

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