miércoles, 12 de agosto de 2015

La Loba


Creció entre lobos. Unos la protegieron. Otros la atacaron. Intentaron clavar los colmillos en su carne, pero mordieron su alma. Eran lobos peligrosos porque eran cobardes. Asaltaban siempre por la espalda, cuando ella estaba sola, indefensa, cuando no tenía la protección de su manada. Aprendió a escapar. A huir. A sobrevivir. Corría con las mandíbulas apretadas sin mirar atrás, con la mirada clavada adelante. Fija en El Más Allá. Corrió tanto y durante tanto tiempo que no se dio cuenta de que se había hecho fuerte, resistente. No se dio cuenta de que mientras corría buscando un lugar seguro había cambiado. 
   Ahora es otra. 
Ahora se guía sólo por su instinto. Su olfato le dice cuando puede acercarse a alguien y cuando no. Sus ojos no son los mismos. Ahora cuando mira nunca ve el cuerpo de quien tiene delante sólo el alma que lo habita. Descubrió que con la mirada puede acariciar un corazón o helar la sangre. Entonces sintió que ya no tenía miedo. Supo que no iba a huir más. Que nadie le podría hacer daño. Que si la atacaban ella se tiraría a su yugular. Se había convertido en Loba.





No hay comentarios: