Hace cuatro meses que la chica ha
cumplido quince años. El abuelo la estudia mientras ella lo asea y viste como
cada mañana. Observa que en las dos últimas semanas la mirada de su nieta ha
cambiado. Tiene un brillo nuevo. Ahora es más profunda y también más triste. Él
le pregunta si estaba bien, si le pasa algo. Le pregunta a pesar de saber la
respuesta. A los 92 años se conocen las respuestas a muchas preguntas. La chica
le dice que está bien, solo un poco cansada.
El anciano se incorpora apoyándose en la almohada y coge la mano de su nieta entre las
suyas, y mirándola a los ojos le dice:
El anciano se incorpora apoyándose en la almohada y coge la mano de su nieta entre las
suyas, y mirándola a los ojos le dice:
—Lo mejor que
te puede pasar en la vida es enamorarte.
La chica se pone granate, como una granada madura.
El abuelo sonríe y levantándole la barbilla para poder verle bien la cara sigue
hablando.
—Esta vida sin amor, no vale la pena. Si hay algo que nos mantiene
vivos es el amor, en cualquiera de sus formas. Enamorarte es el mejor regalo
que te puede hacer la vida, incluso cuando no seas correspondida.
Los ojos de la
chica se llenan de agua que empieza a resbalar silenciosa por sus mejillas. Una
presión dura se le agarra en la garganta, impidiéndole pronunciar palabra. Cierra
los ojos. A los pocos segundos vuelve a oír la voz grave y tranquila de su
abuelo.
—Enamorarse es dar, no es recibir. Es ser capaz de darlo todo, de
perderlo todo, sin pedir nada a cambio —dice en un tono que acaricia—. Es genial que la otra persona pueda llegar a sentir lo mismo por
ti, eso es lo más maravilloso. Pero incluso cuando no es así, es mucho mejor
vivirlo a no experimentarlo nunca. No nos debería dar miedo enamorarnos, nos lo
debería dar el no hacerlo.
—Si
es tan bueno, ¿por qué me siento tan triste? —le pregunta ella.
—Porque
cuando nos enamoramos de alguien sentimos que la vida tiene sentido sólo si
estamos con esa persona. Y cuando no es así, sentimos dentro un vacío que no lo
llena nada.
—¿Y
cuándo eso pasa, cuándo te enamoras de alguien que no quiere saber de ti, qué
se puede hacer?
—Nada.
La chica
piensa que su abuelo está chocheando y que lo que le ha dicho no tiene ningún
sentido, que en realidad eso de enamorarse es una putada. La gran putada de la
vida. Pero no se lo dice. No quiere incomodarlo. Coge el peine de encima de la
mesilla y comienza a pasarlo por su cabeza. Hoy lo va a peinar con el pelo y el
flequillo hacia atrás como John Travolta en Grease, le gusta jugar con el pelo de su abuelo, y él la deja hacer.
—No
hay nada que puedas hacer para que otra persona se enamore de ti —explica
el abuelo, que parece leer los pensamientos de la joven—. No hay un
manual para despertar el amor. El amor surge o no. Qué es lo que lo hace
florecer es un misterio. Tampoco existe una fórmula que impida que te enamores. El amor es libre. Aparece donde y
cuando menos piensas, y a veces con la persona que menos te esperas. En
cualquier caso, lo único que puedes hacer es vivirlo, dejarlo ser, dejarlo salir
y disfrutarlo. Mientras estás enamorado la vida siempre es más intensa. Te
sientes más vivo, incluso sin ser correspondido. Es como vivir encima de una
gran ola. Disfruta de esa sensación porque no sabes cuánto va a durar.
—¿Y
qué acaba con el amor, abuelo?
—El
desamor.
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