lunes, 10 de agosto de 2015

Encima de una ola

Hace cuatro meses que la chica ha cumplido quince años. El abuelo la estudia mientras ella lo asea y viste como cada mañana. Observa que en las dos últimas semanas la mirada de su nieta ha cambiado. Tiene un brillo nuevo. Ahora es más profunda y también más triste. Él le pregunta si estaba bien, si le pasa algo. Le pregunta a pesar de saber la respuesta. A los 92 años se conocen las respuestas a muchas preguntas. La chica le dice que está bien, solo un poco cansada.
            El anciano se incorpora apoyándose en la almohada y coge la mano de su nieta entre las
suyas, y mirándola a los ojos le dice:
—Lo mejor que te puede pasar en la vida es enamorarte.
 La chica se pone granate, como una granada madura. El abuelo sonríe y levantándole la barbilla para poder verle bien la cara sigue hablando.
Esta vida sin amor, no vale la pena. Si hay algo que nos mantiene vivos es el amor, en cualquiera de sus formas. Enamorarte es el mejor regalo que te puede hacer la vida, incluso cuando no seas correspondida.
Los ojos de la chica se llenan de agua que empieza a resbalar silenciosa por sus mejillas. Una presión dura se le agarra en la garganta, impidiéndole pronunciar palabra. Cierra los ojos. A los pocos segundos vuelve a oír la voz grave y tranquila de su abuelo.
Enamorarse es dar, no es recibir. Es ser capaz de darlo todo, de perderlo todo, sin pedir nada a cambio dice en un tono que acaricia. Es genial que la otra persona pueda llegar a sentir lo mismo por ti, eso es lo más maravilloso. Pero incluso cuando no es así, es mucho mejor vivirlo a no experimentarlo nunca. No nos debería dar miedo enamorarnos, nos lo debería dar el no hacerlo.
Si es tan bueno, ¿por qué me siento tan triste? —le pregunta ella.
Porque cuando nos enamoramos de alguien sentimos que la vida tiene sentido sólo si estamos con esa persona. Y cuando no es así, sentimos dentro un vacío que no lo llena nada.
¿Y cuándo eso pasa, cuándo te enamoras de alguien que no quiere saber de ti, qué se puede hacer?
Nada.
La chica piensa que su abuelo está chocheando y que lo que le ha dicho no tiene ningún sentido, que en realidad eso de enamorarse es una putada. La gran putada de la vida. Pero no se lo dice. No quiere incomodarlo. Coge el peine de encima de la mesilla y comienza a pasarlo por su cabeza. Hoy lo va a peinar con el pelo y el flequillo hacia atrás como John Travolta en Grease, le gusta jugar con el pelo de su abuelo, y él la deja hacer.
No hay nada que puedas hacer para que otra persona se enamore de ti —explica el abuelo, que parece leer los pensamientos de la joven—. No hay un manual para despertar el amor. El amor surge o no. Qué es lo que lo hace florecer es un misterio. Tampoco existe una fórmula que impida que te  enamores. El amor es libre. Aparece donde y cuando menos piensas, y a veces con la persona que menos te esperas. En cualquier caso, lo único que puedes hacer es vivirlo, dejarlo ser, dejarlo salir y disfrutarlo. Mientras estás enamorado la vida siempre es más intensa. Te sientes más vivo, incluso sin ser correspondido. Es como vivir encima de una gran ola. Disfruta de esa sensación porque no sabes cuánto va a durar.
¿Y qué acaba con el amor, abuelo?
El desamor.

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