viernes, 7 de agosto de 2015

Escribo para inventar un lugar donde encontrarnos

Escribo porque no puedo evitarlo. Escribir se ha convertido en mi forma de conocerme y explicarme a mí misma.

Me gusta escribir, siempre me ha gustado. Supongo que es una de las razones por las que siempre quise ser periodista, para escribir y contar historias. Hasta hace poco sólo escribía por exigencias profesionales. Unas veces disfrutaba y otras muchas no. Lo hacía porque era/es mi trabajo.

Hace unos meses algo pasó, algo se movió en mi interior. Empecé a escribir por necesidad. Como terapia. Para aligerar peso. Cuando algo que pesa dentro se escribe pierde importancia. Es como el miedo a lo desconocido que cuando te enfrentas a ello ves que no era para tanto. Al escribir, lo intangible coge forma, la de la palabra, y entonces lo puedes enfrentar. Sin embargo, para que se produzca esa liberación no es suficiente con escribirlo, tengo que dárselo a alguien para que lo lea, sólo así consigo que salga de mí. Cuando lo que escribo lo guardo se queda dentro de mí y eso me asfixia. Me martillea la cabeza. Da igual que esté en un cuaderno o en el disco del ordenador, sigue latiendo. La única forma en que consigo el efecto terapéutico es cuando sé que alguien lo puede leer. Cuando lo que he escrito puede caer en otras manos que no son las mías, lo pueden ver otros ojos que no son los míos. Me sirve que sea una única persona.

Escribo también para recrear o cambiar recuerdos. Para materializar sueños. Para viajar. Para vivir más. Escribir es una forma de acceder a otras formas de vida y de sentir que mis circunstancias sociales y particulares no me permiten vivir. Escribo historias de mi vida, pero no todo lo que escribo es autobiográfico. Es cierto que todo sale de mí, pero es que resulta que ahí dentro hay una multitud de gente. Y luego están las personas que están fuera pero las agarro y las proyecto en mi interior. Escribo y punto.

Leo más que escribo. Y leo por las mismas razones, porque no puedo evitarlo, porque me ayuda a conocerme. En millones de ocasiones he leído un párrafo, un poema, una conversación, la descripción de un personaje... que descifraba a la perfección lo que en ese momento estaba sintiendo o lo que he vivido en algún momento. Y al leerlo lo identificas. Comprendes. Y creces. Leo para viajar. Para recordar. Para soñar. Para volar. Para enamorarme de la vida…

Esa es otra de las razones por las que publico lo que escribo: para dar. Si a alguien, a una sola persona, lo que cuento le sirve para comprender, para recordar, para soñar, para reír, para llorar (soltar presión), para sentirse acompañado, para pasar el rato…Es un regalo pensar que alguna de las historias o un párrafo de los que escribo pudieran emocionarte como yo lo hago con los que otros escribieron. 

Escribo para inventar un lugar donde encontrarnos.

No hay comentarios: